La mañana aclara, las cabras balan;
Marta ablanda la masa, asa pan a las brasas.
Largas canas blancas acaban tras la cara;
las palmas ajadas, calzadas abarcas gastadas.
Albahaca, azahar, lavanda; Marta baña las plantas. Arranca la paja, la lanza a la asna.
Allana la marga, a pala cava la zanja; clava las cañas, las ata, arma la valla.
Saca la canasta, va a la plaza.
Manzanas, sal, ramas; alza la gran carga.
La casa dañada, la fachada apagada;
Marta pasa blanca cal, alcanza para flagrar.
Más las palabras dadas: «Marta, Marta, afanada»a, atacan; van al alma tal daga sagaz, tal lanza clavada.
Mañana tras mañana trabaja hasta hartar. Cansada, palpa la banal falla;
falta dar pan al alma, amar más al Gran Plan.
Amargada, alarga la marcha a la Santa Casa. Rasga la capa, alza la faz, clama:
«Abba, sana tan cansada alma, aplaca tanta carga. Manda al «Alma más santa» a lavar las manchas».
Palabras mansas la alcanzan: «Amada, paz al alma.
Alzada la balanza alcanzarás la tara. Anda ya, lavada avanza».
Marta halla paz tal mar calmada. Tal alas, la paz abraza;
tal Maná, apaga las ganas.
Alza las palmas, canta grata alabanza. Tras cabal hazaña ganada,
va anclada, anda armada.
Mañana habrá faltas, trabas, batallas;
más Marta andará tal llama blanca, tal lámpara cargada.