Débora y Judith son hermanas y viven en la ciudad de Punta Alta, República Argentina. Hemos conocido a Débora por su premiada obra de teatro «La Liberación del Pueblo de Limhi» (aparecida en El Pregonero de Deseret 3.3– 3.4, julio-diciembre 2020) y también por el relato «El oficio de David» (El Pregonero 5.3, julio-septiembre 2022).
Las pinturas de Judith engalanan la portada y las páginas de la presente edición. Conversamos con ellas sobre sus vidas y respectivas actividades artísticas.
PREGUNTA: Cuéntenos un poco sobre sus vidas personales y familiares.
Débora: Soy la mayor de seis hermanos, soy docente de educación primaria, esposa de Jorge Luis Córdoba, mamá de Rodrigo (28), Aarón (fallecido hace cuatro años a la edad de 22 años) Evangelina (25), Sara (23), Emma (16), Rosana (14), Ramiro (11) y abuela de Tatiano (4). Mis hijos practican vóley, fútbol, guitarra y baile (hip hop). Además, estudian en nivel, terciario, secundario y primario según las edades. La vida familiar es intensa y feliz a pesar de las dificultades. La perspectiva que nos da el evangelio es primordial. En la Iglesia en este tiempo estoy sirviendo como presidenta de la Primaria de mi barrio y como Especialista en Historia de la Iglesia de la estaca Bahía Blanca Villa Mitre. Cumplí mi misión durante los años 1992-93 en la Misión Buenos Aires Oeste. Jorge y yo nos casamos por esta vida y por la eternidad en abril de 1994 en el Templo de Buenos Aires. Soy una lectora voraz y además me apasiona la historia familiar.
Judith: Mi familia está compuesta por mi esposo Esteban Scholles y mis cuatro hijos: Rebeca de 19 años, Denise de 17, Isabella de 14 y el más chico, Ethan de 10. Ellos están en la universidad, escuela secundaria y en primaria por lo que es bastante atareada la rutina diaria. Además, van a baile, gimnasia, inglés y todas las actividades de la Iglesia, entre ellas seminario. Mi esposo es consejero de estaca y siempre está con alguna asignación. Yo estoy trabajando como Directora en una escuela primaria, con horarios alternados y grandes desafíos. En la Iglesia sirvo como Auxiliar de Comunicaciones de Coronel Rosales y líder de música de la Primaria. Este es un llamamiento que me da mucha satisfacción y me llena el corazón. Ahora estamos preparando la presentación en la reunión sacramental. También voy al gimnasio y en medio de toda esa vorágine intento pintar.
P: Débora, la escritora Julia Cameron ha declarado: «Aunque rara vez lo expresemos en estos términos, la escritura es una forma de oración». ¿Has sentido alguna vez algo similar al trabajar con tus obras?
D: No lo diría exactamente así en mi caso, pero sí he notado una necesidad más intensa de escribir desde que falleció uno de mis hijos, como una forma de liberación o sanación a través de la expresión de sensaciones que se manifiestan a través de la escritura. Hace mucho que escribo, pero en estos últimos años se ha vuelto una prioridad.
P: Judith, ¿Cómo y cuándo ha surgido tu amor por la pintura?
Judith: En mis comienzos,ya en mi vida familiar con mis cuatro hijos, comencé un curso de pasta piedra. Luego entendí que lo que más disfrutaba era el momento de pintar el diseño. Es ahí que comencé a indagar sobre técnicas y probé diferentes materiales. ¡Una vez que llegué al óleo no pude dejarlo! La permanencia y exactitud del color, el brillo y la multitud de formas de utilizarlode acuerdo con el proyecto fueron decisivos.
P: Jorge Luis Borges, en una de sus poesías de El Hacedor, dice: «A veces en las tardes una cara/nos mira desde el fondo de un espejo;/el arte debe ser como ese espejo/que nos revela nuestra propia cara». ¿Cuánto de ustedes mismas y de su modo de ver el mundo hay en lo que producen?
D: Comencé a escribir obras de teatro para los Festivales de Teatro de mi estaca en los cuales participaban los jóvenes con quienes serví en ese tiempo y me ha dado mucha satisfacción. Más adelante, haciendo cursos de capacitación en literatura infantil escribí cuentos de hadas para mis sobrinas mayores (que entonces eran pequeñas) me inspiran los relatos de las escrituras y otros temas del evangelio. Desde el año pasado estoy participan- do en talleres literarios, tomando más seriamente mi afición por escribir y dando libertad a mis sentimientos y creatividad de acuerdo con diferentes técnicas. Desde ese punto de vista me he sorprendido a mí misma y me he conocido más profundamente en los cuentos y poemas que escribo. Por lo tanto, hay mucho de mí en mis obras porque estoy aprendiendo a entender a esa cara que me mira desde el fondo del espejo.
..hay mucho de mí en mis obras porque estoy aprendiendo a entender a esa cara que me mira desde el fondo del espejo.
Débora Loiza
J: Con respecto a mis obras, he incursionado en todos los temas. Busco siempre además de la belleza, que tengan un significado y que produzcan sensaciones a los que puedan contemplarlas. Al ser miembro de la Iglesia uno observa las cosas desde otra perspectiva, por esto valoro mucho las cosas pequeñas, las relaciones y los momentos familiares. La naturaleza en su esplendor, los paisajes mostrando las hojas caídas, el inmenso mar en un atardecer, una niña pequeña con toda su inocencia, la familia, el ser humano como hijo de Dios. Aprecio mucho aquellos momentos en que pinto caballos o paisajes de campo en donde se refleja una vida diferente, como la que mi padre a veces relata.
P: Ambas son esposas y madres, y las dos están activas en la sociedad y la Iglesia. ¿Cómo logran distribuir su tiempo entre todos estos roles?
D: No es fácil y a veces resulta abrumador tratar de organizar y compaginar todo pero mi esposo y yo nos apoyamos y complementamos en nuestras responsabilidades para que la carga sea equilibrada. En este tiempo priorizo el cuidado de mi hijo mayor que sufre de una enfermedad neuromuscular progresiva. El evan- gelio es una gran bendición que me ayuda a entender y valorar mis dones y también llevar a cabo mis llama- mientos divinos de esposa y madre (y abuela) El tiempo que dedico a escribir se da en cualquier momento que tengo libre más allá de los talleres en los que participo. He desarrollado el hábito de tener un cuaderno y lapicera a mano para tomar nota de cada pensamiento o idea que surge para utilizar más adelante en mis producciones.
J: Distribuir el tiempo es el gran desafío. Cada cosa demanda aten- ción, pero es importante priorizar. No es necesario resolver todo el mis- mo día. Generalmente el tiempo de la pintura es el fin de semana. Cuento con el apoyo de mi esposo que me alienta y anima a seguir, así como el de mis hijos. Ellos notan mi disfrute al hacerlo y entonces me acompañan
P: En nuestro certamen literario «Palabras de Mormón» de 2020 también fue premiado en el rubro Memorias el relato «La radio» de Cristina Páez, quien es su mamá. ¿Cuál ha sido la influencia del hogar en la elección de sus formas de expresarse?
D: La música, especialmente la música clásica, y la lectura han sido pilares en la vida de mi hogar y en mi caso han sido una influencia profunda. Mi abuela materna por otro lado colmó mi niñez de cuentos e historias de hadas que me fascinaban. Todo contribuyó a desarrollar mi pasión por las artes literarias.
Busco siempre además de la belleza, que tengan un significado y que produzcan sensaciones a los que puedan contemplarla
Judith Loiza
J: Mi mamá es una persona muy culta, preparada y muy capaz. Con mucha dedicación en el evangelio y toda una vida de pionera en la Iglesia. Su influencia va más allá de lo que puedo reconocer, sin embargo, siempre me alentó en mis ideas y pro- yectos y al mismo tiempo es una voz que me guía y que espero escuchar.
P: En El Pregonero de Deseret 5.2 (abril-junio 2022) apareció el emotivo relato «Hasta pronto, abuelo» de Rebeca Scholles. ¿Significa, de algún modo, que el arte se está trasladando a las nuevas generaciones?
D: Seguramente que sí, una de mis hijas estudia Profesorado de Teatro y otras dos asisten a una escuela secundaria con orientación teatro. Es un placer compartir esta preferencia por la escritura y la actuación con mis descendientes. El arte ocupa un lugar importante en la familia.
J: ¡Totalmente! Somos una familia que pondera las artes en todas sus formas, mi padre también es un ávido lector y un gran simpatizante de la música jazz y clásica. Procura aún a su edad avanzada seguir sus metas relacionadas a aquello. Mi hija Rebeca heredó el placer de leer al estar dentro de un ambiente que lo promueve. Está estudiando Licencia- tura en Letras.
P: ¿Alguna experiencia personal o consejo que pueda ayudar a otros a iniciarse en este sendero de la expresión estética?
D: Cuando estaba en sexto grado, mi maestra de lengua nos traía hermosas propuestas para desarrollar nuestra creatividad a través de las famosas «Composiciones». Me encantaba imaginar historias y escribirlas. Esas experiencias se grabaron profundamente en mí y fueron germinando a lo largo de los años. No hay un tiempo estipulado para descubrir y perfeccionar los dones que trajimos al nacer como parte de nuestra naturaleza divina.
J: Me siento muy humilde para dar consejos ya que todo lo trabajado es de manera autodidacta. No pude realizar estudios y capacitaciones formales. Aprendí mirando videos en línea, pero puedo decir que, si hay algo que nos apasiona, que proporciona paz y felicidad, que es virtuoso, lo exploremos y desarrollemos, sin importar tiempos ni edades, porque quizás descubramos a nuestro artista interior.