¡Bienvenidos! La cultura de los santos de los últimos días posee una larga tradición literaria. Si bien se desarrolló principalmente en inglés, por ser la lengua madre de la Iglesia y la adoptiva de los muchos conversos que se sumaron a lo largo de su historia, ha habido excepciones que es nuestra intención rescatar del pasado. Por otro lado, el castellano tiene un aún más antiguo y rico linaje de la letra. Desearíamos que fuese éste un espacio de confluencia y promoción de ambas prácticas.
Por años, las revistas de la Iglesia proporcionaron el ámbito para que las poesías y los relatos de ficción fuesen publicados y distribuidos. Con la unificación y reestructuración de esas revistas en los años 70, tales oportunidades prácticamente desaparecieron o fueron poco estimuladas. Es posible que, en inglés, ya existiesen otros vehículos dispuestos a recoger y desarrollar esa producción. En español, hemos quedado huérfanos.

Estamos convencidos de que hay cofrades dispersos de habla hispana en buena parte del universo mormón. Muchos con inclinaciones literarias que están publicando, o guardan sus intentos en la intimidad. Necesitamos contactarlos. Debemos desenterrar lo que encontremos en el pasado, crear un presente más fluido y proyectar un futuro para las nuevas generaciones.
Según la tradición griega, Tetis, deidad de las aguas, al tomar conocimiento por una profecía de que su hijo, Aquiles, perecería si marchaba a pelear en Troya, lo escondió en la corte del rey Licomedes. Allí, disfrazado de mujer, era imposible reconocerlo. Hasta que el genial Odiseo, quien lo necesitaba para la guerra, pensó en una estratagema. Colocó en el atrio del palacio regalos apropiados para las princesas y mezcló entre ellos una lanza y un escudo. Simultáneamente hizo sonar la trompa de alarma y provocó un griterío entre sus acompañantes. De inmediato, una de las mujeres dio un paso adelante, se quitó sus atuendos y tomó la lanza y el escudo. Era el paladín buscado.
Quizás seamos un poco pretensiosos, pero si este boletín fuese la lanza y el escudo para descubrir a los talentos escondidos, y su distribución, la trompeta de batalla que los impulse a dar un paso adelante, nos sentiríamos más que recompensados.
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