Del mexicano R. de la Lanza (autor del blog La Remington de R. de la Lanza) nos llega lo que parece ser la primera novela netamente mormona escrita en nuestra castiza lengua. Se intitula Eleusis. Fue editada en México por un colectivo independiente bajo el sello Intendencia de las Letras. Trata de varias generaciones de santos de los últimos días mexicanos que luchan de distintas formas con los retos de vivir conforme a las convicciones que supone el evangelio restaurado. Sin revelar detalles sobre la trama, estos retos pasan desde la oposición que enfrentan los primeros conversos durante la Revolución Mexicana hasta las flaquezas morales que pesan sobre algunos miembros nacidos en la Iglesia en la actual Ciudad de México.
En esta novela hay mucho que agradará al lector exigente. Lo primero es lo técnico, es decir, la elaboración del texto en sí. La estructuración de los capítulos, el ir y venir en el tiempo y la forma en que esto va creando una narración sumamente coherente es digno de mención. Esto no es de todo fácil de lograr, y R. de la Lanza lo consigue con holgura. También cabe señalar el empeño de la prosa en sí. El escritor tiene enorme talento, que despliega en oraciones sencillas, compuestas de palabras accesibles, que cargan cada una con el peso exacto: ni anémicas ni obesas. No es un logro menor: la novela es de obvio corte intelectual, y sin embargo no se hace pesada en ningún momento. Es un equilibrio difícil de conseguir que, no obstante, ahí está muy bien ejecutado.
Para el lector mormón esta novela representa algo único (por el momento): una novela, en español, sobre mormones. Hay muchas en inglés, pero en Eleusis tenemos personajes santos de los últimos días hispanos, en un contexto latinoamericano, en nuestro idioma. Todo ello supone un encanto especial. Por ejemplo, hay una mención de González Trejo, un personaje histórico que merece más atención de la que se le suele dar. La novela además toca aquel complejo episodio de la formación de una iglesia «mexicana». La vida de los primeros conversos resulta particularmente conmovedora.
Ahora, cabe presentar una advertencia. Puede que algunos lectores mormones se incomoden con la portada, en la cual aparece el pecho desnudo de una mujer portando el medallón de la Mujer Virtuosa. Obviamente el asunto es alegórico, pero esos simbolismos tan, literalmente, al desnudo, pueden ser cuestionados.
Y en lo referente al contenido, puede resultar chocante que muchos de los personajes de la generación son poco castos. Esto marca un fuerte contraste con la descripción de las primeras generaciones. Mientras las antiguas representan lo mejor de nuestra religión, las modernas representan lo peor. Esto puede resultar incómodo para algunos lectores, aunque algo de luz hay: la novela tiene, mirando a futuro, un mensaje de esperanza.
Tal vez por ello, se pueda categorizar esta obra como un ejemplo del llamado realismo fiel que se evidencia en algunas novelas mormonas escritas en inglés, el único punto de referencia que por el momento tenemos. Esperamos, naturalmente, que no sea el único.
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